Conoce más al médico de los pobres


José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en el seno de la familia de Benigno Hernández y Josefa Cisneros, en la localidad de Isnotú, en el estado occidental de Trujillo, tuvo cinco hermanos.

Aunque quería ser abogado, su padre lo motivó a estudiar medicina. Se graduó en Caracas a los 23 años “con las mejores notas y los mayores honores”. Luego fue enviado por el gobierno venezolano a estudiar en Francia y Alemania, de donde llevó a su país los mayores adelantos científicos y modernizó la medicina local. De hecho, a su retorno, se convirtió en profesor universitario, “incluso de sus propios profesores”, por ser el único que conocía el manejo de los nuevos instrumentos médicos.

Como médico, atendía a todos, con una caridad que quienes lo conocieron describen como “inagotable”. “A los que no podían pagar los recibía, atendía gratis y hasta les daba dinero para que compraran la medicina. A todos los pacientes les aconsejaba y les hablaba de Dios. Eso lo hizo muy cercano a los enfermos”.

Ofreció a Dios su vida a cambio de la paz y el fin de la guerra. Un día después de la firma del tratado de paz en Versalles, el 29 de junio de 1919, aproximadamente a las 14:00, fué atropellado por un carro en la zona de La Pastora en Caracas.

Poco después murió a causa de un impacto que sufrió en la cabeza con el borde de una acera, tras trastabillar por el impacto y caer.

Fue declarado Venerable en 1986, por el entonces papa Juan Pablo II.

El primer milagro de José Gregorio

El 10 de marzo de 2017, Yaxuri Solórzano, entonces de 10 años, recibió un disparo de escopeta con múltiples perdigones detrás de la oreja derecha. Viajaba en moto con su padre y unos delincuentes pretendieron robarlos. El hecho ocurrió cerca de donde vivían, en el estado Guárico, en los llanos venezolanos.

Desde el comienzo llamó la atención que, pese a que, según el parte médico, había tenido una “marcada pérdida de masa encefálica, de sangre y huesos”, la niña ingresara al primer centro de salud en el que estuvo –de varios que tuvo que visitar para ser operada, por falta de neurocirujanos–con una escala de conciencia estable.

Mientras era sometida a una operación de cráneo, un día después del accidente, su madre imploró a José Gregorio Hernández su intercesión ante Dios por la salud de su hija. Ella dice que sintió una mano sobre su hombro y una voz que le decía: “¡Todo saldrá bien!”.

Su recuperación fue satisfactoria. Transcurridos 20 días después de la intervención, le dieron de alta. A juicio del neurocirujano que la operó, el milagro comenzó a evidenciarse cuando a la semana de su egreso, la niña caminaba “sonriente y sin preocupaciones”. Se esperaba que, de sobrevivir, quedara con discapacidad motriz, lingüística, pérdida de memoria y visión. Nada de eso sucedió.

Monseñor Ramírez confirmó el 9 de enero de 2020 que el presunto milagro atribuido a la intercesión del Venerable había superado la prueba médica vaticana.

Unos meses después, el 27 de abril, la consulta teológica en la Congregación para la Causa de los Santos ratificó lo extraordinario del hecho y la recta invocación por parte de la madre de Yaxury Solorzano. Finalmente, el 19 de junio, el papa Francisco hizo pública la decisión de aprobar y decretar la elevación del venerable a beato de la Iglesia.

La verdadera devoción al hermano Gregorio.

“No confundamos al medico de los pobres con el medico brujo”

La mejor manera de venerarlo es pidiendo su intercesión para que se obre el milagro con una verdadera fe vivida en los sacramentos (confesión, comunión, unción a los enfermos especialmente) que nos aseguran la gracia de Dios que actúa en nosotros sin necesidad de recurrir a prácticas totalmente ajenas a nuestra fe católica (operaciones espirituales, médicos espirituales, baños curativos, hierbas, etc.)  Si deseamos la intercesión del médico de los pobres debemos comprometernos más a vivir conforme la voluntad de Dios buscando purificar nuestra alma por medio de la oración, los sacramentos y las obras de misericordia para que se haga realidad el milagro que deseamos. No podemos estar empeñados en vivir en el pecado y pedir un milagro. El hermano Gregorio también con su vida nos exige conversión, cambio de vida, arrepentimiento y un verdadero deseo de salvar nuestra alma para que  la gracia sanadora de Dios actúe con más eficacia.

No recurramos  a prácticas ajenas a nuestra fe católica utilicemos las armas contra el demonio que son más eficaces: la oración por excelencia, los sacramentos y los sacramentales como el santo rosario, las imágenes sagradas de San Miguel Arcángel, San Antonio de Padua y el mismo hermano Gregorio, pulseras, medallas, estampitas que nos ayudan a protegernos del maligno además de: el agua bendita, que pone en fuga a los demonios y evita que vuelvan nuevamente. El aceite exorcizado que cuando se lo pone con fe en la parte enferma ayuda al cuerpo y al alma a desprender impurezas de todo tipo, ayudando en la sanación del cuerpo y del alma. La sal exorcizada que protege los lugares contra las influencias o presencias maléficas, peleas, envidias, etc.

Hermanos y hermanas, Dios nos provee de armas eficaces contra el demonio y sus secuaces, no nos alejemos de la verdadera fe en la cual nació el hermano Gregorio, la fe católica, y actuemos conforme a su ejemplo de vida.

Que Dios y el hermano Gregorio nos bendiga siempre.